En las áreas operativas siempre escuchamos la frase de qué hacer mejor y diferente basado en “Lecciones Aprendidas”. Me siento obligado a escribir esta carta abordando un tema que como industria debemos cuestionarnos, sobre qué podemos aprender de la reciente situación en Colombia ocurrida en el Pozo Lisama 158, Barrancabermeja, operado por Ecopetrol, incidente iniciado entre el 12 y 15 de marzo con una duración de más de 15 días, generando un gran impacto en la reputación de Ecopetrol y en el valor de sus acciones.
El pozo Lisama 158 presentó un brote natural de hidrocarburos a aproximadamente 200 m. de boca de pozo. Situación muy lamentable que genera pérdidas a la flora y fauna del entorno, así como a las actividades de pesca y económicas de los lugareños.
Brotes a superficie de hidrocarburos, si bien no son comunes, se han presentado en diferentes regiones/países y en diferentes condiciones (agua, fluido de completación, gas, petróleo). La realidad es que cuando se producen, ya estamos tarde en la prevención y lo que nos toca es actuar de la mejor manera posible para minimizar los daños al entorno, sea a través de piscinas de control y contención, brigadas de trabajo, bombeo de fluidos y finalmente con la perforación de pozos de alivio, los cuales, a través de técnicas de diseño de perforación, pueden ser planificados con bastante éxito.
Una buena forma de prevenir este tipo de eventos, antes de que ocurran, es con una revisión detallada de los abandonos de pozos, estudios completos del reservorio, la perforación de los pozos y los parámetros petrofísicos de las rocas (Olga y DrillPerm). Aquí podemos incluir, por lo menos, presión de reservorio, gradiente de fractura de la roca, geomecánica del subsuelo, etc. También ayudan la obtención oportuna de los registros de cementación y aislamiento, corrosión y flujo.
El monitoreo de los daños de entorno, así como las condiciones de la superficie, deben ser vigiladas muy de cerca, ya que se presentaron eventos en los que el suelo cede y cambia totalmente el entorno.
Como industria, es nuestro deber asegurarnos de que este tipo de eventos sean completamente eliminados de nuestras operaciones, nuestra convivencia con el ambiente es fundamental para el futuro de nuestras operaciones, ya bastantes historias tristes tenemos dentro de las industrias extractivas.
El 26 de marzo Ecopetrol, mediante un comunicado de prensa, informa que en dicho pozo está plenamente controlado el afloramiento de lodos, petróleo y gas; que su presidente confirmó que no está cayendo ni una gota de crudo a las fuentes hídricas; que se hicieron trabajos técnicos con la instalación de sistemas de bombeo y tratamiento de fluidos en el punto de emisión; que con la instalación de 3 líneas de flujo se permite llevar los fluidos a la estación central; que con un equipo especializado de “well testing” se logró bajar la presión del pozo y disminuir la emanación de fluidos; que la cantidad de petróleo que cayó a la quebrada La Lisama se estima en 550 barriles, que se mezclaron con lodos y aguas de lluvias; que para completar estas acciones del plan de contingencia llegará a Colombia un equipo especializado denominado “snubbing unit”, que permite intervenir pozos en condiciones de alta presión; que un equipo especializado acompañará la instalación y puesta en funcionamiento de este equipo para taponar el pozo de forma definitiva. El pozo, finalmente, se declaró sellado desde el 30 de marzo y se notificó el 3 de abril.
Esto pone en perspectiva cómo un asunto técnico que se supone estuvo bien manejado en su momento y debidamente regulado por los organismos de control, se convirtió en uno de los mayores incidentes ambientales del país vecino. Las implicaciones que ha traído este hecho, asociado a este incidente técnico, para el Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, para el Ministro de Minas y Energía, para el Presidente de Ecopetrol, para el Presidente de la Agencia Nacional de Hidrocarburos y para el Director de la Unidad de Gestión de Riesgos, al ser obligados a comparecer ante una de las Comisiones del Senado del Congreso de la República bajo el Debate de Control Político Sobre el Impacto Ambiental y Social del Derrame de Hidrocarburos, son de gran envergadura y cuidado.
Las más altas autoridades del sector estuvieron expuestas a una serie de cuestionamientos ante dicha Comisión el 3 de abril del 2018, preguntas que cubren aspectos desde la condición misma del pozo antes del evento o cuántos pozos inactivos registra el regulador y qué acciones ha tomado para evitar que se repita algo similar, hasta implicaciones ambientales y sociales a nivel regional y nacional.
¿En Ecuador existe la posibilidad de que algo similar se dé o es posible enfrentar situaciones similares en áreas extremadamente sensibles por la presencia de pozos abandonados hace algunas décadas? Vale la pena reflexionarlo.
Fernando L. Benalcázar, MS, CSP
Presidente SPE Ecuador Section